LA MATRIARCA

Es la historia de doña Bertha, una mujer trabajadora incansable de 76 años. Una mujer imponente, sería y fría...
Sentada en un banco de madera, ella recuerda el diálogo que tuvieron con su esposo Ignacio Morales aquella mañana.
“¡No podemos tener hijos Bertha! Si los tenemos tus hijos se van a llevar mal con los míos.”
Cuando ella me lo contó no pude evitar pensar que aquel día le negaron la maternidad.
Nacida en Ilabaya, Sorata. Nacida mujer. Nacida India de pollera. Para su familia ella resultó ser un golpe muy duro, porque la familia esperaba un varón.
No estudió porque la educación era solo para los hombres, le dijeron.
“Yo no he estudiado. Mi mamá me decía ´mujercita eres y las mujercitas solo sirven para la cocina´.”
Llegó a La Paz a sus quince años, el 1959. Era una joven trabajadora que ayudaba en la venta de verduras. A muy temprana edad estaba inmiscuida en el comercio. Con mucho esfuerzo consiguió tener su casa en Villa San Antonio.
Mucho esfuerzo. Monótono esfuerzo.
“Bien trabajadora he sido toda mi vida. Ahora que estoy vieja, sigo trabajando.”
Conoció a su esposo muy joven también. Él era ya un hombre viudo. Se casaron el año de 1962. Ella con 18 y él con 20 años.
“Mi tía bien mala era con mi tío. Ella era quien le manejaba. También era una persona de corazón frío con nosotros, con su familia. Ni siquiera un pan nos invitaba, de pequeños nos trataba bien mal a todititos. Nos hacía morir de hambre. Eso siempre está en mi corazón señorita. (…) Jamás me he de olvidar el trato que yo he recibido de esta señora.”
Angélica es su sobrina, persona con la que también conversé para saber más sobre doña Bertha, me cuenta esto con cierto resentimiento:
Ella habría sido fría, cautelosa, arrogante y envidiosa. “Los hijastros y sobrinos que ella tiene no vienen a visitarle nunca, por el carácter tan agresivo y difícil que tiene.”
La vida después de casarse transcurrió como un día viernes, muy rápido. Carecía de alegría y su vida prácticamente fue consumiéndose hasta poder resumirse tristemente solo en el trabajo cotidiano.
Perfeccionista a morir, Bertha fue también una pulcra empedernida. Ni siquiera la muerte de su esposo la cambió. Ella siguió imponente, seria y fría como siempre. Como todos los días.
Actualmente Bertha Chambi vive en una tienda de barrio situada en la Zona Regimiento 5 de El Alto. Regularmente la visita su hermano, un periodo de una o dos horas. El trato con él es indiferente y se observa que lo recibe por obligación. Lo despide siempre a las 5 de la tarde y la obsesión con esa hora es desconocida para todo el barrio.
Cuando nos despacha rapidito antes de cinco de la tarde, la imagino a solas sosteniendo una conversación imposible con su marido.
Si supieras Ignacio que yo jamás quise tener hijos. Tú no me negaste nada. Yo tomo las decisiones aquí.
Doña Bertha Chambi
Fotografía: Paola Milagros Mendoza Quisbert
Redacción crónica: Paola Milagros Mendoza Quisbert